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¡Que viva la música! de Andres Caicedo
Cerré mucho los ojos para olvidarme. El olvido vino bueno: vi fue miles de colores, luego solo dos colores, verde y el gris más triste del mundo, crucigramas, globitos de tira cómica sin ninguna palabra adentro, disgregación de verde hasta ser millones de punticos como alfileres enterrados profundo, entonces abrí los ojos
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