República luminosa de Andrés Barba
... he llegado a la conclusión de que el verdadero objeto del matrimonio no es otro que el de hablar y que eso es precisamente lo que lo distingue de otro tipo de relaciones personales, y también los que más se echa de menos: todos esos comentarios triviales, desde el malhumor de la vecina hasta lo fea que es la hija de un amigo, esas observaciones inútiles y seguramente poco perspicaces son la esencia de nuestra intimidad, lo que lloramos cuando ha muerto nuestra mujer, nuestro padre, nuestro amigo.
|