Te espero en el fin del mundo de Andrea Longarela
Yo creía en aquello que tiraba de tu cuerpo para mantenerte los pies anclados en el suelo. Pero Vi no. Vi no tenía raíces. Vi tenía alas. Unas inmensas que jamás la dejaría asentarse en tierra firme. Vi era un pájaro y yo era feliz en mi jaula.
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