Barras de luna de Ana Vega Burgos
REINA DE DIAMANTES Eran los tiempos de las madrugadas alegres como el grito de guerra de las bandas, las notas extraviadas rodando por el hielo, doloridos los pies y el corazón deshecho, pero arriba, nena, arriba, retócate los ojos y dame de beber de tus labios de fresa. Se apagaba la luna extendiendo sus dedos de alba desubicada. A veces el retorno era entre besos, risa ronca, un aliento con efluvios a ron de garrafón, whisky o ginebra, qué más da, todo arde como te arden las sienes. Pero no quieres verte en el espejo al salir de la cama. Ese espectro de pecho helado y huesos blandos ya se ha ido (si es que ha estado siquiera, a lo mejor fue un sueño, pesadilla borrosa de resaca). Tienes negros los ojos como una dolorosa y la boca perdida; ya no hay fresas, solo un hondo agujero como el que engulló a Munch. Eran tiempos de noches tachonadas de neones. A veces te miraba y brillaba tu piel como si de repente 4 una lluvia de trozos de cristal te mojara. El limón de los cuadros te subía a las pestañas y toda tú quedabas flotando entre burbujas, perdida en la vorágine de nada. Y sin embargo, ahora que ya se fundió el tiempo de las noches de bar y el carmín de tus labios dura siempre, me encuentro con tus ojos en el fondo de cada billete, vaso, luna, y sé que me nostalgias atrapada en tus hilos de reina despojada. |