Ana Hernández Sarriá

Salir de tu zona de confort es bueno. En esta sociedad rutinaria y acomodaticia con las emociones, pocas cosas encontrarás que te hagan latir fuerte el corazón.

- ¿Qué quieres decir abuela?
- Que no le dejes todo al destino, Federica. Las cosas que se desean se persiguen.

Nos creemos que la vida es más universal que la muerte. Pero la muerte es mucho más universal que la vida. Porque está claro que todo el mundo muere. Pero no todo el mundo vive.

¿A quién no le queda bien el mar? Será por esa instantánea sensación de libertad que provoca. El sentimiento de paz. De redención anticipada. Me encantó aún más el escenario debido al sonido de las olas. Observar la espuma que provocaba cuando rompian fuertemente contra las rocas. Tan bonito el espacio, tan marino el azul del mar.

Aquí no hay ninguna meta. Cada uno está corriendo una carrera en su propio tiempo. Así que me he propuesto no envidiarlos. Están en la carrera de sus vidas. Y yo estoy en la mía. No estoy llegando tarde. Ni tampoco estoy llegando temprano. Estoy llegando justo a tiempo.

El océano es conocido por ser impredecible, peligroso y estar lleno de criaturas extrañas, inmensas y aterradoras. Pero para mí ha sido siempre todo lo contrario. Cuando estoy cerca de él, me encuentro más a salvo que en cualquier otro sitio. Cuando mis pies tocan el agua o escucho el sonido de las olas, inmedia- tamente me noto en paz. Y cuando buceo en lo más profundo de sus azules, veo sus especies y distingo sus indescriptibles colores, siento cosas maravillosas en lo más profundo de mi alma.

Las pocas veces que les había preguntado si era ético hacer esto, me habían mirado como si estuviera loca. Incluso un día me preguntaron que cómo les hablaba yo de ética cuando en mi país nos divertíamos matando toros y dejábamos a los cerdos desangrándose para conseguir jamón.

Todos en este mundo nacemos de acuerdo con nuestro propio tiempo, como si fuera una carrera de fondo, pero sin tener necesariamente que llegar a la misma meta para ser el ganador.