Vuelve Federico de Ana Bernal-Triviño
No puedo escucharte, Dolores, no puedo… —confesó el poeta, con la voz débil de un niño que no recibe nada en la noche de Reyes y siente vacío su corazón—. Sé que no me prometiste nada, pero también sé que tu mirada me oculta un dolor que no te atreves a compartir. Antes de que me mataran mucha gente me mintió. Semanas antes me decían que nada me pasaría, que yo no correría peligro, y mi sangre se derramó ante el silencio de todo un pueblo. Nadie vino a por mí. No quiero que nadie más me mienta. Y menos, tú. Dime la verdad.
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