La Araucana de Alonso de Ercilla
Que ya los nuestros sin parar en nada por la carrera de su sangre roja dan siempre nueva furia en su jornada, y a los caballos priesa y rienda floja, que ni la voz de virgen delicada, ni obligación de amigos los congoja; la pena y la fatiga que llevaban era que los caballos no volaban |