La Araucana de Alonso de Ercilla
Pero dejó el camino provechoso y, descuidado dél, torció la vía, metiéndose por otro, codicioso, que era donde una mina de oro había; y de ver el tributo y don hermosos que de sus ricas venas ofrecía, paró de la codicia embarazado, como el hilo próspero del hado |