La Araucana de Alonso de Ercilla
Ufano andaba el bárbaro y contento de haberse más que todos señalado, cuando Caupolicán aquel asiento, sin gente, a la ligera, había llegado; tenía un ojo sin luz de nacimiento como un fino granate colorado, pero lo que en la vista le faltaba, en la fuerza y esfuerzo le sobraba |