Como ya he dicho alguna vez cuando tengo un libro en las manos soy de las que me leo hasta el apartado de agradecimientos que hacen los autores. Y, en este caso, me llamó mucho la atención y me llegó hasta dentro la dedicatoria y el agradecimiento que hace la escritora de esta novela a su madre. Con su bonita dedicatoria da a entender que hay mucho de su historia en este libro y ante eso no puedo evitar entender y releer la novela con otra sensibilidad. Sin destripar nada, la novela se divide como en dos partes entrelazadas entre sí, una primera que se desarrolla en el mundo cotidiano de su protagonista Sarah y otra en un viaje que lleva a cabo y que deriva en una transformación interna y también externa en su forma de vivir y entender la vida... y aquí me quedo. No hay duda el interés que despierta en la autora el mundo del cerebro y que ha querido dejar patente en sus palabras y es cierto que cuando se hace en el libro una exposición más elaborada a nivel científico me he perdido un poco pero no ha sido culpa de la autora sino mío por el desconocimiento de esta materia. También he de decir que la protagonista Sarah me gustaba cómo era al principio y despertaba mi simpatía siendo un poco desordenada y alocada. Su transformación estuvo bien pero me gustaría pensar que no fue tan drástico este cambio y que al final sigue conservando algo de esa locura y desorden que también nos hace falta.
+ Leer más |