Tú y yo, invencibles de Alice Kellen
Hay algo difícil de explicar en la familiaridad de las cosas. Creo que por eso el hogar nos hace sentir tan seguros, no solo porque sea nuestro, sino porque conocemos todos sus secretos: esa puerta que chirría más que las demás, ese tubo fluorescente que parpadea antes de encenderse, esa ancha de humedad, esa silla que cojea, aquel cuadro que está un poco torcido aunque nadie lo note, qué lado del sofá y de la cama te pertenecen, las tazas que más te gustan para desayunar, el cajón desastre donde guardas todo aquello que no sabes dónde meter, la pila que siempre se obtura... Y el ambiente. Eso es lo primero que se percibe al poner un pie dentro. Puede ser que te reciba el olor de un guiso delicioso borboteando en la olla de la cocina y un vinilo girando en el reproductor del comedor y llenando el salón de música.
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