El chico que dibujaba constelaciones de Alice Kellen
Esa noche, en la cama, nos abrazamos. —No me sueltes ahora… —susurraste. —Nunca, Gabriel. Tú a mí tampoco. —Eso es imposible —dijiste contra mi pelo—. Te llevo dentro de mí. Cuando lo he visto hoy…, al ver cómo se llevaban a mi padre…, solo podía pensar en ti. Necesitaba abrazarte. Necesitaba llegar a casa porque me sentía solo y pensaba… que me iba a caer. —No, siempre te sostendré. —Te he echado de menos… —Y yo también a ti, Gabriel. Al despertar, seguíamos abrazados. |