El día que dejó de nevar en Alaska de Alice Kellen
Sé que debería odiarlo por haberse ido, pero mis labios se curvan en una sonrisa sin antes pedirme permiso y me digo que, muy en el fondo, sabía que ese beso era solo un momento de debilidad. No puedo enfadarme con él después de lo que me ha hecho sentir. Podría haberme pasado la vida caminando en círculos por el mundo sin llegar a descubrir jamás cómo es que alguien te bese así, como si fueses el destino al final de un largo recorrido por el desierto.
|