Nosotros en la luna de Alice Kellen
Y entonces lo supe: soy la rosa. Nunca fui el Principito, ni el protagonista, ni mucho menos el zorro. No. Era la jodida rosa. Caprichosa, egoísta, orgullosa y llena de espinas. Y tú te has pasado años regándome y cuidándome, a pesar de que a veces te pinchabas al acercarte demasiado. Y no sabes cuánto lo siento, Ginger. Siento haberte hecho daño y siento habérmelo hecho a mí. Siento no haber sabido hacer las cosas de otra manera y ser un completo desastre. Si alguna vez lees esto, quiero que sepas que entiendo que te alejases de mí en cuanto te diste cuenta de que el mundo está lleno de rosales repletos de flores y que, en realidad, nunca fui diferente. |