Grigori Rasputín de Alexandre Sumpf
Mi maestro amado e inolvidable, mi salvador y preceptor, ¡qué difícil me resulta estar sin ti! Mi alma solo tiene quietud y reposo cuando estás sentado, maestro, a mi lado, y yo beso tus manos e inclino mi cabeza en tus hombros benditos. Oh, qué ligera me siento en esos momentos. Entonces, solo deseo una cosa, dormir, dormir durante siglos sobre tus hombros, en tus brazos.
|