Mentes poderosas de Alexandra Bracken
—Yo... pensaba... entiendo que queráis dejarme aquí... —¿Qué? —Liam estaba horrorizado—. Hemos dejado la radio encendida por si te despertabas, para que supieras que no te hemos abandonado. Dios mío, oír aquello solo sirvió para que me echara a llorar con más fuerza. Cuando una chica llora, pocas cosas hay más inútiles que un chico. Y tener dos se tradujo en que se quedaron mirando el uno al otro, impotentes, en lugar de mirarme a mí. Chubs y Liam se levantaron por fin, incomodísimos, sin saber qué hacer, hasta que Chubs finalmente me acarició la cabeza igual que le habría acariciado la cabeza a un perro. |