Literatura infantil de Alejandro Zambra
Pero sigues durmiendo en mi pecho, hasta pareces aun más dormido, seriamente dormido. No tengo idea qué hora es. Y no me importa. Las once de la mañana, las tres de la tarde. Así pasan los días cansados pero felices, que se entremezclan con los días felices pero cansados y con los días felices pero felices.
|