La otra verdad de Alda Merini
Dispuesta naturalmente al racionalismo, habituada a buscar el porqué de todas las cosas, estaba asustada por la obscenidad de la ignorancia que se empleaba en aquellos lugares. Al demente se le considera "incapaz de entender y de desear". Sin embargo, detrás del diagnóstico serpenteaba quita mi alma dulce, apaciguada, un alma que nunca había sido tan luminosa y vital, y, a veces, para consolarme, pensaba que aquel feo camisón azul era el hábito de San Francisco, y que yo lo había escogido a propósito para humillarme. Así, de esta manera tranquila, utilicé el silencio, y lo hice para encontrar mi yo, aquel yo idéntico a sí mismo, que no quería, que no podía morir.
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