Nuevos dioses de Alberto Vázquez-Figueroa
Y tuvo miedo. Miedo al mundo exterior y al suyo propio. Miedo a morir, y miedo a vivir demasiado. Miedo a volverse loco, y miedo a no ser capaz, a la larga, de compartir su cuerpo. Y tuvo miedo de que ya no estuviera allí Dios como última esperanza, y miedo a que estuviera ese Dios para pedirle cuentas de sus actos. Y tuvo miedo, sobre todo, a que el día en que le ofrecieran asesinar de nuevo a uno de sus «hijos» y perpetuarse en él, ese mismo miedo le obligase a aceptar. |