Cadáver exquisito de Agustina Bazterrica
Hace mucho tiempo que no sentía que esa casa era su hogar. Antes era un espacio para dormir y comer. Un lugar con palabras quebradas, silencios encapsulados en las paredes, con la acumulación de tristezas astillando el aire, raspándolo, agrietando el oxígeno. Una casa donde se estaba gestando una locura agazapada, inminente.
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