Lady Hotspur de Tessa Gratton
El fin no forma parte de la naturaleza del amor. El amor es intrínseco a sí mismo, como las estrellas o el agua salada. Sin estrellas, no hay destino; sin sal, no hay mar. Y como el destino, el amor debe existir una vez que nace. Como el mar, el amor nos rodea. Es activo, crea, nos empuja, nos arrastra o nos separa. Nos cambia con su inexorable movimiento. Pero como no puede terminar, el amor cambia. Puede ensombrecerse, pudrirse o transformarse, sin perder nunca su poder. Debemos esforzarnos por no permitir que nuestro amor se corrompa o nos corrompa.
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