Una bala con mi nombre de Susana Rodríguez Lezaun
Ingrávida, intenté convertirme en Dios y separar lo que estaba bien de lo que estaba mal, repartiendo culpas a derecha e izquierda, esto por ti, esto por mí, pero fue imposible, porque lo que ahora estaba bien, ayer era perverso. En los últimos días había robado, matado y huido de la justicia, de la policía y de una banda de asesinos. Pero eso estaba bien, porque me había permitido seguir con vida. También disfruté de mi cuerpo y de la vida, me dejé llevar; me enamoré. Y eso estaba mal, porque por culpa de Noah había perdido mi trabajo, me había convertido en una delincuente y había estado a punto de morir en varias ocasiones.
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