Hercules Oetaeus de Séneca
¡Oh, demasiado, demasiado feliz, esposo tebano: entraste a los recintos del Tártaro, cuando tu hijo estaba en plena flor y tu llegada tuvieron que temerla los infiernos, sólo porque llegabas tú, el padre de Hércules, aunque fueras falso!
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