Hercules Oetaeus de Séneca
Se me antoja hacer una prueba: Neso había prohibido que ese terrible veneno de su sangre fuese expuesto a la llama de los rayos del sol. Justamente esa argucia me puso sobreaviso de que allí había una traición. Y, casualmente, sin que ninguna nube empañara su resplandor, el ardiente Titán daba rienda suelta a los calores del día… Todavía ahora apenas me deja el terror despegar los labios…
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