El Misántropo o el atrabiliario enamorado de Molière
Nada odio tanto como las contorsiones de todos esos grandes artífices de protestas, esos afavles donadores de frívolos abrazos, esos obsequiosos habladores de palabras inútiles, que asaltan a todos con sus amabilidades y tratan en la misma forma al hombre de mérito y al tonto
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