La ladrona de libros de Markus Zusak
Su padre era un hombre de ojos plateados, no apagados. ¡Su padre era un acordeón! Pero sus fuelles se habían quedado sin aire. Nada entraba y nada salia. |
La ladrona de libros de Markus Zusak
Su padre era un hombre de ojos plateados, no apagados. ¡Su padre era un acordeón! Pero sus fuelles se habían quedado sin aire. Nada entraba y nada salia. |