Seremos el huracán de Iria G. Parente
—¿No estás enfadado conmigo por ser… así? Porque va a pasar más veces —le advierto—. Que me bloquee. Que…, que me pueda el miedo. Que sea… —No. Tan solo intentaré coger tu mano cuando vuelvas a asustarte. ¿Te parece eso bien? Me estremezco, pero aprieto sus dedos también, porque sus palabras son como todo su ruido: algo inesperado que llena el silencio. —Sí. Me parece bien. |