Cómo el rey de Elfhame aprendió a odiar los cuentos: Los habitantes del aire de Holly Black
Pero todas las noches, Jude lo perseguía. Los rizos de su cabello. Los callos en sus dedos. Un mordisco ausente de su labio. Era demasiado, la forma en que pensaba en ella. Sabía que era demasiado, pero no podía detenerse.
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