Nos encontramos ante uno de esos libros que al abrirlos y adentrarte en su historia no puedes dejar de leer debido a su alto nivel de adicción. Sin duda una auténtica joya. La historia transcurre en la actualidad con la Semana Santa sevillana y sus imágenes devocionales como parte principal de una trama oscura y conspiranoica. Laura Moreno es una licenciada en Bellas Artes que trabaja para el IAPH, digamos que el mayor centro de restauración al que toda obra que necesita un arreglo va a parar. Laura se ve envuelta en una trama en la que se están sustituyendo los titulares de las hermandades por copias perfectas que ni los fieles son capaces de diferenciar. Pronto se dará cuenta que cada imagen sustituida pertenece al mismo imaginero, un ilustre cordobés reconocido en aquella Sevilla del siglo XVII por ser el aprendiz que más tarde superaría a uno de los más grandes como fue su maestro Martínez Montañez con una imagen que pasará a la historia como la más devocional de la ciudad es el Gran Poder, hablamos de Juan de Mesa. Laura tendrá que lidiar con todo tipo de obstáculos en un caso complejo; policía, compañeros de profesión, investigación histórica, prensa y las mismas hermandades que no se lo pondrán fácil para resolver este entuerto en el que su vida estará en grave peligro por su intromisión. Si bien la sinopsis puede parecer rocambolesca debido a su poca credibilidad tengo que decir que me he creído la historia de principio a fin y gran culpa la tiene la manera en la que Fernando Carrasco nos lo relata, sin descripciones eternas y con una intención exitosa de entretener. Destacar que el libro trascurre en dos épocas temporales, en la que nos adentra en la vida y cotidianidad de Juan de Mesa en la creación de sus obras, y en la actualidad con el tema principal de Laura. Lo más común que me suele pasar con estos saltos temporales es que me saque de la intensidad pero en este caso increíblemente no fue así, y disfrute de ambas partes muchísimo resultándome una experiencia maravillosa de comparar. El final me pareció sublime y desde entonces en mis paseos diarios no veo sus escenarios del mismo modo. Gracias Fernando Carrasco allá donde estés por esta maravillosa historia. + Leer más |