Dile a tus ojos que se callen de Celeste Martín Martín
—Pero no hablo del amanecer que piensas tú —señaló—. Acostarte con alguien hasta que salga el sol no cuenta. Hablo de abrir los ojos y que esté allí a tu lado y lo mires y no quieras que los minutos pasen, deseas quedarte allí todo el día, que el sol no se vaya nunca, que haga la mañana eterna y que solo nos preocupemos de las sábanas. Eso es algo que no cambiaría por nada.
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