LA VELOCIDAD DE LAS NUBES de Ana Fructuoso Ros
No dije nada a nadie. Fue una decisión secreta. Dejé de ir a misa, de confesar, de comulgar, no son cierta aprensión o miedo, porque, ¿y si realmente Dios existía y por apartarme de Él me abandonaba y comenzaba a sucederme desgracias? ...
|