LA IRA DEL INSECTO de ANTONIO RUÍZ MUNUERA
Aprendió a matar muy pronto. Su primer muerto fue una cría de golondrina. Ella tenía unos días. Él, seis años. La vio caer desde su nido, construido bajo el alero del porche en un equilibrio de barro, ramitas y aire. Se estrelló contra el suelo a unos metros de su mesa, en la que en esos momentos tomaba su merienda. Era una tarde de verano. A esa hora en que solo los niños y los gatos se atreven a moverse. |