Panfleto de Kronborg

Un recorrido vertiginoso y desenfadado por el mundo, en el que música, literatura e historia se funden para reflejar el eterno combate entre talento y estupidez.

Cuando descubrí este libro, lo primero que llamó poderosamente mi atención fue la portada. Pasado y presente, antigüedad y modernidad, lujo y complementos que intentan ocultar la mirada, dificultar que veamos con el espejo del alma, la realidad que se presenta ante nosotros. Estas ideas, reforzadas tras la lectura de la sinopsis, dieron forma a mis primeras impresiones sobre este libro de Jesús del Campo, publicado este mismo 2022.
He de reconocer que, a lo largo de las páginas de este ensayo, ha habido algunos momentos en los que me he sentido algo confusa y en los que he tenido la sensación de que el autor incurría en una serie de reiteraciones que me hacían volver continuamente a las mismas premisas. Sin embargo, una vez finalizada la lectura, y teniendo en cuenta una visión de conjunto, he de destacar la brillantez que demuestra el autor a la hora de hilar todos los acontecimientos que expone, de construir un gran mosaico en el que todas las piezas están unidas. La historia está conformada por toda una serie de elementos conectados entre sí a través de una especie de efecto dominó intercalado con el efecto mariposa, en el que unas acciones desencadenan otras, y algunas se dan simultáneamente, aunque sea en distintas partes del planeta. ¿Qué podrían tener en común Hamlet, Bob Dylan, Montaigne, Los Beatles y la Cándida Eréndira? Todo está relacionado. Las acciones de unos, recaen sobre los de otros, porque “la historia del mundo se centra en el diálogo arduo entre los anónimos y los que se hacen con un nombre en los dominios del futuro”.

A través de un estilo fresco y cercano, Jesús del Campo hace gala de su profundo nivel de cultural y su gran capacidad para interrelacionar conceptos y hechos de forma ingeniosa e inteligente. En gran parte de sus afirmaciones no es expresamente “políticamente correcto” y realiza una crítica ácida de la sociedad, intentando desentrañar los derroteros hacia los que se dirige nuestro porvenir. En varias ocasiones, he tenido la sensación de que sus palabras están impregnadas de cierto enfado y descontento con el ser humano y su forma de comportarse, pecando de crédulo y dejándose llevar por el “pan y circo” que, aunque cambia de forma”, sigue inalterable al paso del tiempo.
En mi opinión, el autor emplea un tono que podría tildarse de provocativo, busca sacudir la mente del lector y hacerle reflexionar e incluso iniciar una discusión con él a través de la lectura. Por último, he de admitir que he aprendido mucho con este libro y ha sido una grata sorpresa, aunque no comparta algunos de los puntos de vista del autor. Tal y como afirma en sus últimas páginas, “todos los libros son de autoayuda”, con todos ellos se aprende algo, y en este caso, yo he aprendido que somos el resultado de nuestro pasado, que solemos alejarnos de nuestra Historia porque tememos el paso del tiempo, porque mirar al pasado, es sentirnos más viejos. Porque no llegamos a comprender que para comprender la actualidad y poder enfrentarnos al futuro, necesitamos recordar que “una ciudad acumula las almas de quienes la habitaron”.