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Crítica de Joserodher


Joserodher
07 October 2023
La colección variopinta «Historietas nacionales» paso a comentarla detalladamente a renglón seguido (atención: incluye spoilers).

La magnífica primera «historieta» titulada «El carbonero alcalde» se sitúa en la Guerra de Independencia, concretamente en el año 1810 en La Peza (Guadix). Narra la épica hazaña de este pueblecito montañés contra los invasores franceses dirigidos por su alcalde el carbonero Atienza. El asesinato-ejecución del niño al final del relato es espeluznante y deja un muy amargo sabor de boca. Este relato no desmerece de la primera serie de los Episodios galdosianos y confirma que Alarcón a sus veinticinco años era un narrador nato.
La segunda historieta no desmerece de la primera. Transcurre en Padrón y tiene por protagonista a un falso afrancesado que actúa como Sansón: muere matando a los enemigos. El juego de Alarcón presentando al boticario García de Paredes como afrancesado que se reúne con los invasores para convidarlos a celebrar sus victorias funciona dramáticamente cuando poco a poco sospechamos que les ha tendido una trampa. Es muy sutil y efectivo el relato.
«Viva el Papa» tiene un tono más tierno y entrañable y cuenta una anécdota que, sinceramente, yo no conocía. Pio VII fue secuestrado por Napoleón entre 1809 y 1814 por no someterse a los dictados del Emperador y acabó deportado en Francia, donde, en un pueblo, Montelimart, unos soldados españoles desterrados, derrotados portal las tropas francesas, lo encontraron y fueron testigos de esta historieta edificante.
El relato titulado “El extranjero” bien podría titularse Crimen y castigo versión alarconiana. Contada en dos partes por dos narradores distintos que completan los hechos, la historieta del polaco Iwa asesinado en España y vengado en Polonia por los familiares tras reconocer el retrato que le robó su asesino, no puede ser una mera casualidad, como dice Alarcón. La destreza narrativa del autor se pone de manifiesto con brillantez: no se puede contar mejor una historia.
El siguiente relato, “El Ángel de la guarda” nos cuenta la trágica historia del bebé que muere asfixiado accidentalmente por su propia madre al intentar evitar el llanto que la delataría a los franceses en su escondite. Otro más de los desastres de la guerra excelentemente narrado por Alarcón.
«La buenaventura» retrata el fenómeno del bandolerismo que surgió tras la guerra de la Independencia en la figura del cruel Parrón. Un gitano evita ser asesinado por Parrón (su costumbre era matar a todos los desgraciados a los que robaba) con la estratagema muy calé de leerle la buenaventura. El gitano Heredia (no podía apedillarse de otra manera) predice que Parrón morirá ahorcado en el plazo de un mes. El bandolero retiene al gitano durante ese mes para comprobar la certeza de su predicción. No se puede contar una historia con más arte narrativo (diálogos chispeantes y castizos, fluidez en el relato y moraleja irónica final). Sobresaliente.
«La corneta de llaves» tiene el subtítulo «querer es poder» y trata de demostrarlo en el relato, que podríamos denominar también «El triunfo de la voluntad». La historieta transcurre durante la primera guerra carlista y cuenta la historia del soldado que aprende a tocar la corneta de llaves en quince días para salvar la vida. Había caído preso del ejército faccioso e iba a ser fusilado. Sólo evitaban el fusilamiento los músicos, pues tenían escasez de éstos. al igual que los otros relatos comentados, la historia narrada no puede contarse mejor, con más fluidez y naturalidad. Alarcón era un narrador nato y está claro que brilla más en las distancias cortas. Para mí son superiores sus relatos a sus novelas.
«El asistente»: Conmovedor relato sobre el sacrificado soldado asistente de un oficial, que sólo acaba valorándolo cuando muere para salvarlo. Sencillo y narrado en primera persona por dicho oficial a un auditorio de amigos en una fonda granadina.
«Buena pesca»: No se entiende demasiado bien qué hace este relato en la colección “Historietas nacionales” a no ser que consideremos que empieza la narración con una referencia a la Guerra de Sucesión española. Más bien el cuento es la historia de un doble crimen por celos. Como siempre, Alarcón sabe dosificar los efectos para sorprender al final. Tiene una primera parte bucólica y  poética con descripciones de anocheceres y amaneceres, para sorprender con un final rápido y brutal.
«Las dos glorias»: Parábola moral sobre la gloria mundana y la divina protagonizada por Rubens. En una pequeña iglesia el famoso pintor y sus discípulos encuentran un cuadro que les fascina. Este lienzo representa a un religioso moribundo. Interrogan al prior sobre la autoría del cuadro y éste se niega a informarles. Rubens le promete la gloria artística al autor del admirable cuadro. El típico final sorprendente aunque esperable aparece también aquí.
«Dos retratos»: En este inolvidable relato presenta Alarcón al Emperador Carlos V dialogando con Francisco de Borja en el Monasterio de Yuste. El futuro santo confiesa al envejecido Emperador su enamoramiento de la esposa de éste: Isabel de Portugal. El momento en que describe Francisco de Borja la corrupción del cadáver de la reina deja huella en el lector. La contemplación del cadáver corrompìdo y repugnante de la antes  bellísima Isabel de Portugal convence al santo de la fugacidad de las glorias terrenas y le lleva a la conversión.
Sólo un escritor de enorme talento (genio diría yo) podría relatar esta historia de forma tan bella y artística. Excelente.
«El rey se divierte»: Más que un relato es una crónica histórica de un auto de fe en el Madrid de Carlos II el Hechizado. Parece ser que está basado en fuentes históricas y hay muy poca aportación del autor.
«Fin de una novela»: Esta “historieta” podría estar en cualquier otra de la colecciones de cuentos de Alarcón, ya que poco justifica incluirla en las “Historietas Nacionales” salvo la velada referencia a la desamortización de los monasterios contemporánea al relato y que critica acerbamente el autor. Tiene un aire misterioso y fantasmal. Sólo nos informa Alarcón de la muerte de la misteriosa mujer que habita solitaria el monasterio abandonado, pero no dice nada (lo deja a nuestra imaginación) sobre sus antecedentes e historia. Lo que es evidente es que la mujer en cuestión es muy religiosa ya que falleció rezando ante la Virgen, lo que justificó que se la enterrara en sagrado.
«El libro talonario» es una divertida historieta rústica sobre un agricultor de Rota que reconoce sus calabazas robadas por los tallos que hacen las veces de libro talonario de su huerta. Tampoco se entiende muy bien por qué aparece en esta colección de «Historietas Nacionales», es más bien un relato de un costumbrismo bienhumorado.
«Una conversación en la Alhambra» es una poética reivindicación de la cultura morisca granadina, con la que el propio Alarcón se sentía, parece ser, muy identificado.
«El año campesino» es más un artículo periodístico que un cuento. Habla de las diversísimas maneras de medir el tiempo según distintas profesiones para acabar con la forma de medir el tiempo de los labriegos, que le sirve al final para denunciar la ignorancia en que viven.
«Episodios de Nochebuena» es un cuadro de costumbres sin demasiado interés. Parece que fue un artículo de circunstancias para publicarlo en Navidad. Tampoco cuadra demasiado en esta colección.
«Mayo» está claramente emparentado con el anterior «El año campesino». Es bastante similar aunque más tedioso. Agotan todos los datos que da sobre el dichoso mes. No se trata de un relato sino de un cuadro de costumbres muy de época. Prescindible.
«Descubrimiento y paso del Cabo de Buena Esperanza» es el primer texto publicado por el autor según confesión propia. Escrito parece ser a los quince o dieciséis años, sorprende por su erudición. En realidad no se trata de un relato de ficción, sino de un texto de ensayo histórico sui generis. Narra el descubrimiento y paso del Cabo de Buena Esperanza, el título es ajustado y exacto; el problema es que esta gesta es portuguesa, no española. Su inclusión en las «Historietas Nacionales» es también problemática. El propio autor la incluyó aquí porque no sabía donde colocarla y por tenerle especial cariño por tratarse de su primera obra. Que un joven de quince años escribiera este texto erudito y brillante sin ayuda de la Wikipedia sorprendería a un profesor actual de la ESO.
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