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Siempre he pensando que todos nacemos con un determinado don y que existen ciertas personas capaces de elevar todo lo que hacen a su máxima potencia. Personas que solo se mueven en rangos de excelencia y que producen auténticas exquisiteces, en el campo que sea. Para mí Émile Zola era una de ellas. Alguien capaz de escribir de una forma tan sublime, estéticamente tan bella que más que escribir, parecía que dibujaba, alguien capaz de crear en tu mente imágenes pintadas al óleo conforme vas leyendo la historia solo puede catalogarse como genio. “La fortuna de los Rougon”, primer volumen de la saga Rougon-Macquart, me ha parecido una exquisitez. Una historia que no es más que la narración de los orígenes de cierta familia y no es menos que el minucioso (aunque fluido y muy interesante) retrato social y político de la Francia de la segunda mitad del siglo XIX. Exquisita tanto en la trama como en sus personajes, en las descripciones y la ambientación, en el tono, en lo que transmite, lo que expresa, lo que significa… Un inicio de saga que hace inevitable continuar, que atrapa hasta el punto de hacerte sentir dentro de la historia, que hace que ames y odies, que vivas y mueras, que goces y sufras como un personaje cualquiera. Creedme si os digo que me cuesta pensar en un solo defecto que pueda tener esta novela, pues considero que es una auténtica obra de arte. Pura artesanía creada por uno de los mejores artesanos de las letras. Creo que leer a Zola siempre será un valor seguro. Qué maravilla, de verdad. Qué gusto leer algo tan sumamente bello y bien escrito. Leedlo. Por favor. |
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