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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
28 November 2017
Tenía pendiente leer este libro hace tiempo, y por unas cosas u otras nunca encontraba el momento adecuado. Por fin he sacado el hueco, y me lo he pasado tan bien leyéndolo que no sé si alegrarme de haberlo leído en el momento preciso, o arrepentirme de no haber intentado leerlo antes. Casi que voto por lo primero.

Y cuando digo que me lo he pasado bien es en el sentido más general de la palabra. He disfrutado mucho de la historia, de la investigación de asesinato, de la resolución del misterio... pero es que además, en cuanto me descuidaba, Zangwill me hacía reír. Hay mucho humor en este libro, mucha fina ironía al más puro estilo británico, y no deja de ser sorprendente porque no te la esperas. Bueno, corrijo: yo al menos no la esperaba, porque mira que lo pone bien claro en la sinopsis... pero soy muy incrédula, de las de "hasta que no lo veo, no lo creo", y eso de la fina comicidad como que lo pasé un poco de largo. Así que la primera vez que sonreí creí que sería pasajero, la segunda vez que no era algo casual, la tercera empecé a pensar que qué guasa tenía el tal Israel, y ya la cuarta me rendí ante el más que evidente tono cómico que le imprime el autor a la novela. Y le da un aire, una personalidad, que hace que sea única con respecto a otras novelas del género de aquella época. Y a mí me encantan las novelas que se desvían un poco de los cánones habituales.

Me estoy extendiendo demasiado en el humor y estoy dejando de lado el misterio. Pecado mortal. El autor nos presenta un caso de "habitación cerrada", que tan de moda había puesto Edgar Allan Poe cincuenta años antes de esta novela con "Los crímenes de la calle Morgue". Es tan evidente la referencia que Zangwill decide atacarla de frente, y la saca a colación en la historia usando como excusa las cartas que en aquella época tanto gustaban de enviar los lectores a los periódicos resolviendo desde sus sillones los casos de asesinato más rocambolescos de aquellos años. Todo el mundo tenía una opinión, todo el mundo era más listo que la policía, todo el mundo veía pistas claras donde los ineptos de los agentes no veían nada... y ahí aprovecha el autor para desglosar, analizar y finalmente desechar un asesino parecido al que descubrió Dupin en la historia de Poe (y que no detallo aquí para quien no lo haya leído).

Una vez dejado esto atrás, Zangwill nos ofrece un desarrollo del misterio de un modo un tanto alejado de convencionalismos, y además usa la historia para hacer un certero (y poco habitual en este género) retrato de la situación social que se vivía en la Inglaterra de finales del siglo XIX. La Revolución Industrial trajo consigo los trabajadores insatisfechos, el sindicalismo, las huelgas y los hombres que se erigían en portavoces e imagen de la lucha y el descontento de una clase social a la que se atraía a las ciudades con promesas de prosperidad que luego se llevaba el viento, y que veneraba a aquellos que daban la cara por ellos ante el gobierno y los empresarios. Era la lucha de la burguesía contra la clase obrera, y el cadáver en nuestra historia es, curiosamente, un burgués con conciencia social: buena persona, con los bolsillos llenos de dinero pero que vive modestamente en una habitación alquilada, y que lucha por los desfavorecidos como si fuese uno de ellos. Todo el mundo le quería, todo el mundo le respetaba... ¿quién le ha matado? ¿O es que no lo han asesinado? ¿Es un suicidio o un asesinato? Es que no puede ser un suicidio pero tampoco un asesinato... ¿o sí? ¿Cuál de las dos cosas? ¿O ninguna? Así nos tiramos todo el libro.... jajaja. Yo me lo he pasado pipa, lo reconozco. También admito que siento predilección por este tipo de novelas, así que supongo que no soy muy objetiva.

La novela comienza con el descubrimiento del cuerpo, después asistimos a la investigación policial de rigor, pero una vez solventadas estas dos cosas en las primeras cincuenta páginas, no es hasta el final que asistimos a una detención y a la posterior resolución del caso. Entre medias, Zangwill se esmera en darnos a conocer a todos esos personajes que han ido apareciendo a lo largo de la narración de pasada y de los que poco hemos sabido hasta entonces, perfilando (y caricaturizando en un par de ocasiones con fina ironía... predilección total por ese hombre sencillo llamado Crowl) todos aquellos implicados que pueden ser de interés para resolver el misterio. Bien es cierto que la novela se publicó por entregas en un periódico, como era habitual en muchos casos en aquella época, y que muchas veces los capítulos se escribían según la respuesta de los lectores a determinados hechos o personajes (tal y como confiesa el propio autor en el posfacio, tuvo que reescribir el argumento varias veces), pero si no se supiera esto de antemano, en la lectura no se aprecia en absoluto esa toma de decisiones por capítulos que se vio obligado a ir tomando. La historia fluye compacta, se desmelena en algunas escenas, se saborea a sí misma en otras... mientras nos vamos acercando al final.

Sobre ese desenlace, creo que a ciertos lectores les ha decepcionado o les ha parecido que no estaba a la altura. Sinceramente creo que no existía otro final posible. Sin poder entrar a valorarlo sin destrozar la lectura de nadie, el desarrollo de la investigación, de la historia, del misterio en sí, queda tan cerrado, tan perfectamente y milimétricamente cerrado, que solo existe ese final posible. Cualquier otro final, si nos atenemos a las pruebas y conclusiones, no tiene cabida. Quizás se cerró el propio autor demasiado el camino (y me remito a lo que comento arriba de ir cambiando el argumento para que nadie pudiese adivinar el final), pero visto lo visto, creo que el final elegido es plausible y posible dentro de la narración, y única alternativa tras haber desechado todas las demás conjeturas.

Y aquí es donde hago mi confesión personal del día: sé que de las ediciones de Ardicia (maravillosas, por cierto... ¿quién elige esas portadas? Fan suya soy), la más famosa en cuanto a novelas de misterio, la que llama la atención de todo el mundo, la que lleva un montón de ediciones, es En la niebla... pues considero El gran misterio de Bow muy superior a la novela de Richard Harding Davis. Muy superior. Y me quedo tan ancha.
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