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Al comenzar este segundo tomo, retomamos la historia en un momento de tensión y que nos ha dejado colgados sobre la historia: la confesión de Ginta hacia Miki. Siendo ésta la décima vez que lo leo, no puedo negar que es una de las partes más memorables de la historia y que también señalan el camino hacia lo que leeremos en las futuras páginas. Aquí es donde los intereses amorosos comenzarán a relucir, puesto que la mayoría de los personajes confesarán sus sentimientos o secretos. Este tipo de actitudes, se ven reflejadas en los tomos siguientes y que nos dan más o menos una idea de lo que estaremos leyendo. Lo malo es que me pareció un poco lento de leer puesto que todo se centra en el partido de tennis donde participan Yuh y Ginta. Aunque es divertido de leer por el contrincante que tienen, todo lo que está alrededor e interesante sobre las relaciones parece ponerse en pausa y, viendo el número de páginas que abarca esta parte, está claro que Wataru Yoshizumi lo hizo para extender un poquito más la historia y usar la misma situación como pretexto para presentar algunos personajes o generar ciertas situaciones como consecuencia de ello. Por otro lado, durante la lectura de la historia se han introducido pequeños misterios o interacciones que tendrán que desarrollarse en el siguiente tomo (como el hecho de Yuh ve algo en la biblioteca) y que harán que el lector se quede picado por saber qué es lo que ocurrirá aunque ciertamente, de alguna u otra forma, está implicito. Como verán, este número no termina con ningún cliff-hanger, pero sí da elementos durante su lectura para querer seguir leyendo la historia (a pesar de no despertar tanto la curiosidad). Lo veo más bien como complemento del primer número y que nos empujará a seguir leyendo el resto de la historia para ver qué es lo que ocurre con los personajes. |
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