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Acostumbra Yokomizo ambientar sus historias en lugares siniestros, geográficamente aislados, cautivos de su historia, susceptibles de que ese aislamiento termine por pasarles factura y sucedan cosas terribles. Así lo hizo en Gokumon-to, la isla de las puertas del infierno y lo ha vuelto a hacer en este pueblo, Yatsuhaka-mura, rodeado de montañas en el que, cuenta la leyenda, fueron a refugiarse un grupo de samurais allá por el período Sengoku, llevando consigo un tesoro compuesto por tres mil monedas de oro. Los samurais murieron a manos de unos aldeanos avariciosos (a pesar de los asesinatos nunca encontraron las monedas) mientras el jefe de los samurais antes de morir maldecía a la estirpe de sus verdugos. Leyenda o realidad el caso es que cuatro siglos más tarde el pueblo es testigo de una nueva masacre pues uno de los descendientes (Yozo Tajimi) de aquellos que perpetraron los asesinatos se vuelve loco, o eso dicen, y mata a treinta y dos personas antes de desaparecer. Nunca más se supo de él. Veinte años después de este suceso y tras una paz tensa la historia parece volver a repetirse. La narración en primera persona de Tatsuya Terada, hijo de ese último asesino, describe los terribles acontecimientos que vivió cuando vuelve al pueblo tras el extraño fallecimiento de su abuelo. "Yatsuhaka. Me estremezco con sólo oír ese nombre. ¡Qué lugar tan abominable! ¡Qué horrible suceso!" Seguir leyendo en el blog Enlace: https://literaturajaponesafa.. |
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