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Zvi Luria es reconocido por sus más de cuarenta años trabajando como ingeniero de caminos y carreteras, y especialmente tres túneles de gran complegidad. Pero ahora, ya jubilado, el único tunel que vislumbra a lo lejos es la inclemente demencia que le acaban de diagnosticar. ¿Podrá frenar el avance cruel y despiadado de su nuevo adversario? El neurólogo ha sido claro: Debe mantener la mente ejercitada y combatir sus debilidades, que en estos momentos son los nombres propios y los tiempos. Zvi se toma muy en serio estos consejos pero poco a poco aviva en él la necesidad de imponerse, demostrar a su mujer que aún puede valerse por sí mismo y no está olvidando las cosas que antes le salían con facilidad. Sin embargo, en este nuevo periodo de reeducación Zvi va a descubrir partes de sí mismo hasta entonces dormidas. Muchas llegarán gracias a Maymoni, el hijo de un antiguo socio que también es ingeniero y necesita ayuda para construir unas carreteras militares en Néguev... o más bien, impedirlo. Conseguir que la figura de Zvi sea suficiente para convencer a todos de la necesidad de preservar esa colina histórica y en su lugar construir un túnel. En su viaje conocerán a las gentes que viven allí, en gran medida indocumentados y pertenecientes a su propio pueblo, su propia ley. Pero respetar a los nabateos significará preservar su historia. Narrada con increíble ternura y humanidad, "El túnel" es una novela que no cae en romantizar enfermedades ni nublarnos con crudas y desesperanzadoras escenas. Es la vida que empieza cuando todo cambia, el valor de las relaciones personales, la capacidad de ver mas allá de lo evidente y sobretodo la fuerza del amor. ¡Y mucho humor! La novela está escrita en tercera persona y tiene muchísimos diálogos, además de capítulos muy cortos y fáciles de leer. La acción tampoco para, nos traslada por diversas anécdotas en la vida del protagonista y sus allegados donde la vida no se detiene para ninguno, con sus luces y sus sombras, pero siempre en movimiento. Es mi primer libro de Abraham B. Yehoshua pero su voz me ha transmitido emociones tan humanas que confío en volver a caer en sus garras. Dicen que cuando envejecemos somos dos veces niños y en el caso de Zvi Luria no podría ser más cierto. Un viaje que nos ilumina como personas y nos muestra que a veces lo irracional no es locura y la distancia solo es real si uno deja de ofrecer su mano a los demás. Muy recomendable. Enlace: http://elcuervodealasrotas.b.. |
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