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Tengo sentimientos muy encontrados al escribir esta reseña porque siento un gran respeto por Irvin D. Yalom y sus obras. Y si esperaba una obra más terapéutica, he encontrado una historia muy sentimental donde el psiquiatra no hace de terapeuta. Siendo Irvin un terapeuta tan reconocido, habiendo escrito tantos libros sobre el dolor y la muerte, esperaba encontrar una novela distinta y más profunda sobre el proceso mental de acompañar a su esposa y familia en algo tan duro. Si es cierto que he empatizado poco con este Irvin que en cierto modo se muestra demasiado egoísta y alejado del dolor de su esposa. Quiero creer que el autor ha guardado parte de su proceso para sí mismo, muestra en todo momento un amor inmenso y creo que la situación supera al psiquiatra. Por otra parte, reconoce cuanto le ha ayudado escribir junto a su mujer esta obra. En capítulos alternos, nos encontramos con una Marilyn centrada, valiente y fuerte, con la mente muy clara. Hay capítulos donde narra su vida que son brillantes. Su compromiso con las mujeres, y el reconocimiento de muchas de sus compañeras de carrera, nos muestran lo importante que es saber compartir vivencias y enseñanzas. Su claridad es abrumadora. Es un libro muy bonito, porque es cierto que habla de una historia de amor increíble, de respeto y saber decir adiós. |
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