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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
26 May 2018
Quizás el nombre de Mary Wollstonecraft le resulte completamente irreconocible a casi todo el mundo (a mí también hasta no hace mucho tiempo), pero si se dice que trajo a este mundo a Mary Shelley (de quien basta decir su nombre para que a la mente nos venga su moderno Prometeo, también conocido como Frankenstein), ya nos vamos poniendo en situación. Lo cierto es que la Mary que nos atañe hoy murió dando a luz a la que luego se hizo famosa, y lo hizo muy joven, con apenas 38 años. Tuvo poco tiempo para desarrollar su carrera literaria y, aunque sus escasas obras tienen un gran reconocimiento a nivel literario entre los entendidos (por decirlo así), al lector de a pie nos resultan bastante más desconocidas.

El breve pero interesante prólogo de esta edición inédita en castellano (y ya descatalogada en papel, aunque está disponible en ebook) nos pone muy acertadamente en antecedentes en cuanto a Mary Wollstonecraft como escritora y mujer a finales del siglo XVIII. Se la considera precursora del feminismo (y eso es algo que veremos a lo largo de la historia en la actitud y decisiones que toma su protagonista), y antecesora de muchas de las características que harían famoso el Romanticismo literario. Josep Marco Borillo también hace hincapié en el uso o reciclaje que hace Mary de sus propias experiencias personales para trasladárserlas a su protagonista (que supongo que no de modo casual se llama exactamente igual que ella). No me detendré en estas vivencias personales que autobiografía en cierto modo en el libro pues estaría desvelando buena parte de la trama de la novela.

Ya en el mismo comienzo de la historia vemos esa reinvindicación en cuanto al papel que la mujer debe alcanzar dentro de la sociedad tomando las riendas de su propia vida y no las que le han sido impuestas (no olvidemos que estamos en el siglo XVIII. La mujer de cierta posición social no hace sino aquello que se le ordena y está bien visto socialmente acorde a dicha posición. Y si su libertad de elección queda relegada a cambio de mantener tierras y posesiones, que así sea).

¡Cuántos ceros a la izquierda como ella hay en el mundo de las mujeres!

Esta frase, casi nada más comenzar el libro, define a la madre de nuestra protagonista y ejemplifica la actitud de Wollstonecraft con respecto a lo que una mujer nunca debe ser o hacer. Típica dama de su tiempo, conformista, sin ningún espíritu curioso por nada de cuanto le rodea, superficial, que se casa con quien se le impone, que tiene hijos porque debe tenerlos, que ama más a sus perros que a su prole (y a quienes despacha con la criada), y que vive una vida sin amor (ni lo recibe ni lo da) pero feliz en su indolencia.

En este ambiente crece nuestra protagonista, Mary, rechazada por su madre, e ignorada por un padre que se niega a que las mujeres reciban educación, mientras pasa los días cazando y engañando a su mujer con las campesinas de los alrededores. Este comienzo de la novela sirve para mostrarnos la personalidad de Mary y las circunstancias en que se desarrolla. Muestra una gran comunicación con la naturaleza, sentimientos piadosos y devotos... Es un comienzo un tanto lento, pero afortunadamente cambia cuando deciden casarla con un hombre (un adolescente, más bien, de apenas 15 años) al que ni ama ni quiere amar, y del que de hecho quiere alejarse cuanto le sea posible, porque es cuando comienza la historia a moverse. Este es otro punto bastante innovador (y atrevido) para la época. Que Mary huya de la compañía de su marido, que rechace un matrimonio que ella no ha escogido (y que la degrada como persona al sentirse entregada junto a unas propiedades) para irse de viaje con una amiga que está enferma en busca de un clima más saludable y su curación, imagino que debió ser bastante provocador en aquella época.

Es a partir de este punto, cuando las dos amigas deciden marcharse a Lisboa, donde comienza realmente la historia que se nos quiere contar sobre Mary. En el hotel donde se alojan, acondicionado para recibir enfermos, también se encuentran tres mujeres y dos caballeros. Mary siente predilección por hombres mucho mayores que ella, con talento y tendencias filosóficas, y es en Henry, uno de esos dos caballeros, enfermo y de talante melancólico, donde encuentra lo que busca.

No puedo desvelar más allá para no estropear la historia, pero sí quiero comentar detalles patentes conforme se va leyendo el libro, como la inquina que se muestra hacia el pueblo portugués, del cual se habla muy despectivamente (y al parecer era un pensamiento habitual en aquella época, porque se hace referencia a otros libros donde se habla en términos parecidos), y las constantes alusiones devotas, piadosas y religiosas de la protagonista, que debo reconocer que son lo que menos me ha gustado de la historia (admito que la literatura que deriva en el misticismo, aunque sea leve, me cansa). Es una novela muy de su época, a pesar de sus diversas transgresiones, y quien se decida a leerla debe ser muy consciente de ello. Abundan las reflexiones internas de la protagonista, de tono filosófico, metafísico y religioso, y un tono de desdicha y tragedia que impregna toda la historia y marca el paso de todo cuanto sucede.

Decididamente no me atrevería a recomendar esta novela a todo el mundo, ni siquiera a lectores habituales. Hay que tener un gusto muy acentuado por la literatura clásica y el Romanticismo (como movimiento cultural, no como algo sentimental). Pero sí que es un libro que denota el cambio que se estaba produciendo en aquella época a nivel intelectual, cultural y social, que es algo que visto desde la perspectiva de nuestros días quizás nos impida reconocerle la importancia que merece.
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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