 |
Este es uno de esos libros en los que me asomé a sus páginas sin saber mucho de qué iba. Ni siquiera me leí la sinopsis de la parte de atrás aunque sólo hacía falta girar el libro. De primeras tengo que decir que me costó un poco entrar, en los primeros capítulos. Se notaba que es una escritora (Eley Williams) con gran dominio del lenguaje y las palabras, y también se puede apreciar desde las primeras páginas la enorme labor llevada a cabo para traducir el libro (Mariano Peyrou); pero tenía una leve sensación de que la historia no me iba a llevar a nada y que al final sólo iba a ser un alarde por parte de la escritora de lo bien que dominia el lenguaje, requiebros, metáforas, sinomias, etc. Pero poco a poco los personajes principales van haciéndose un huequito, empatizas con ellos y con sus vidas en apariencia invisibles. Y sí, es un juego constante del lenguaje, un tener a veces a mano el móvil para buscar algunas palabras, o para descubrir que algunas de hecho no existen. Es una oda preciosa al poder de las palabras, y al mismo tiempo lo superfluo e insignificante de las mismas. Ya no será lo mismo cuando escuche a alguien decir que cierta palabra es inventada pues, ¿no lo son acaso todas las palabras? |
>
