Un puñado de polvo

Cuando me recomendaron que leyera algo de Evelyn Waugh, estúpidamente respondí que no conocía a esa autora. Más tarde me enteré de que Waugh no era ella, sino él. También me dijeron que era un escritor divertido y ácido, muy crítico con la sociedad británica de su época. Finalmente, cuando pregunté por donde podía empezar, me recomendaron sin duda esta novela: Un puñado de polvo (1934), la cual no me defraudó en absoluto.

Las primeras páginas del libro nos presentan a una serie de personajes vacíos y ociosos. Es la alta sociedad inglesa, que dedica casi todo su tiempo a aparentar, asistir a fiestas, alternar en clubs privados, cazar, beber mucho alcohol y cotillear sobre la vida de los demás.

Tony Last y su esposa Brenda son un joven matrimonio que ha caído en las garras del aburrimiento. Él vive aferrado a la finca familiar, Hetton Abbey, y a su rutina de aristócrata. Pero ella necesita acción, está cansada de la vida en el campo y visita Londres cada vez con más frecuencia. Tanto es así, que al final llega a alquilarse un apartamento en la ciudad. Pronto aparece un tercer personaje, John Beaver, un noble venido a menos, objeto de toda clase de burlas y desprecios por parte de sus semejantes (todos menos Brenda). Un tipo cuya única dedicación es la de conseguir una invitación a una fiesta de último momento o, al menos, un almuerzo gratis.

Hasta la mitad de la novela, Waugh se dedica a describir las idas y venidas de estos personajes. Una sátira fina y afilada que consigue arrancar al lector más de una sonrisa. Sin embargo, el tono cambia bruscamente cuando la tragedia sacude al matrimonio. Nada en sus vidas volverá a ser como antes.


La fase final de la novela es, para mí, la mejor. Después de la pantomima del divorcio (un pasaje casi surrealista que pone al descubierto la hipocresía de la jet set británica del momento), Tony viaja a Sudamérica para tomarse unas vacaciones. Olvidar traiciones y penas. Sin embargo, en el último momento decide embarcarse en una incierta aventura en la selva amazónica de la mano del Doctor Messinger.

Todo lo que sucede a partir de ahí me mantuvo pegado a las páginas de la novela. No puedo contar más, sólo puedo decir que es una narración magnífica.

Handful of Dust es una novela amarga, mordaz y despiadada. Sin embargo, no cae en el moralismo. Los personajes, con sus emociones reprimidas y sus actos egoístas, no son juzgados. Sencillamente aparecen representados como simples seres humanos arrastrados por las circunstancias que les toca vivir. El retrato de un mundo que ya no existe, pero que sigue estando ahí, entre nosotros, tal vez con otras formas.
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