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No sé muy bien por qué tardé casi tres años en retomar la vida de Tora que tanto me gustó en su primera entrega. El hecho es que no me costó nada volver a entrar y volver a disfrutar del estilo poético y feroz de esta cruda historia sobre personas duras y tiernas viviendo en una naturaleza inclemente. Una naturaleza que se convierte aquí en un personaje más del relato, un personaje múltiple en el que la oscuridad, la niebla, el frío, el viento, las olas, el mar... son organismos tan vivos para Tora como su madre, su tía, su amiga Sol o su padrastro. La mejor de la trilogía. |
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