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Volvemos con los protagonistas del Caronte. Recordamos a Natalia una experta forense, Carlos inspector de homicidios y Gus nuestro experto en informática y sus derivados. La novela empieza con ritmo, una joven caminando por un puente, recibe una llamada en el móvil y se suicida, un chico que pasaba por allí lo vio todo y decía que cuando saltó tenía una sonrisa en la cara, lo cual le resultó muy extraño. Natalia llega al lugar de los hechos y escucha con atención la declaración del testigo. En esta ocasión no hay mucho que investigar y el caso se cierra como un suicidio. Pero a Natalia las cosas no le acaban de cuadrar. Tiempo después la llaman por un accidente en la autopista. Natalia acude al lugar de los hechos para realizar su trabajo, otro caso de suicidio. Pero cuando escucha la declaración del camionero que atropelló a la chica, oye lo mismo que en el anterior caso de suicidio. Como su pareja es Carlos le comenta que puede ser un asesino en serie, él le quita importancia indicando que son suicidios y que no puede hacerse cargo ya que su departamento es el de homicidios. Pero como ya sabemos cuando a Natalia se le mete algo en la cabeza no hay quien se lo quite. Así que como Carlos no la ayuda va en busca de Gus. La investigación les lleva a infiltrarse en un lugar para descubrir qué está pasando. Por circunstancias Gus deja de estar infiltrado y después de ver lo que ocurre y que Natalia no reacciona a las cosas que le ha contado. Acude a Carlos y le cuenta todo lo que han descubierto. Pero cuando Carlos acude a su jefe para pedir ayuda descubre que hay más departamentos que siguen el caso y quieren llevarse los méritos. A Carlos le da igual todo eso, solo le preocupa Natalia. Una trama muy interesante con un final sorprendente, la cual os animo a leer. |
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