Reflejo mortal

Ni que decir tiene que no podía dejar sin leer una nueva historia de la saga Caronte. Una vez más Gemma nos sorprende. Nuestros protagonistas Natalia, Carlos y Gus serán requeridos en Madrid. El principal motivo es la fama que han ido recogiendo con los casos que han resuelto en el País Vasco. En esta ocasión ha explotado una bomba en Madrid, ninguna persona o grupo terrorista se ha pronunciado para reivindicar el atentado. Durante la investigación descubren que habían enviado un mensaje a la SAC, un grupo que se dedica a la seguridad y el análisis de la personalidad de los delincuentes más perturbados y peligrosos. Natalia está muy emocionada, aunque es forense siempre ha deseado formar parte de este departamento, así que tener que trabajar con ellos la hace plantearse que si da lo mejor de sí podría llegar a formar parte de está unidad. Cuando Carlos se entera no le hace ni pizca de gracia, porque tendrían que dejar todo lo que conocen y sus puestos actuales para solicitar el traslado a Madrid. Se les van a presentar varios frentes de investigación. Por un lado resolver los mensajes que manda el terrorista antes de que exploten las bombas, lo que por un lado hace que Carlos investigue la oficina de correos desde la que se envían y Natalia resolver los mensajes. Gus por su lado, se pasa el día en un cuarto metido junto con otro informático revisando las cámaras de video que había por la zona para ver quien llega con una mochila y así de esta forma intentar descubrir quien las deja. Las cosas no son fáciles, siguen llegando pistas pero no son capaces de resolver los acertijos antes de que exploten las bombas. Carlos descubre que la oficina de correos es un callejón sin salida. Todo se complica, pero al final como siempre irán uniendo los puntos y se sorprenderán con lo que terminan descubriendo.