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Crítica de laurass89


laurass89
25 May 2019
La historia nos sitúa en la fiesta de graduación de Jules Eagle. Después de una llamada, un poco extorsionadora, por parte de su padre, Jules se lanza a la piscina y propone matrimonio a Haere Paniora, su novia de la universidad. Siendo los dos de Okarito, lo lógico era que Jules se hiciera cargo de la clínica dental de su padre. Cinco años después la vida sigue igual, y ese es el problema, que sigue exactamente igual. Anclados en la rutina, Haere comienza a preguntarse qué demonios está haciendo con su vida. La aparición de Adler Fuchs hará que Haere tome una decisión por fin.

Lo primero que puedo decir de la novela es que a priori todo pueda pasar. La aparición de Adler no supone sino un cambio en la rutinaria vida de Okarito. Este pueblo mantiene sus costumbres, mantiene sus gentes y, por tanto, mantiene sus historias y chismorreos. En ese ambiente que se completa con los rasgos maoríes de Haere, el autor nos llevará a una Nueva Zelanda de contrastes.
Por una parte, tendremos a Haere, una mujer independiente, con estudios universitarios que se ha supeditado a la vida de su marido. Su ascendencia maorí no será determinante (aunque depende de cómo se plantee) en la trama, pero nos servirá para leer de fondo una de las cuestiones que se desarrollaron en Nueva Zelanda y parte de Estados Unidos: el indigenismo. Con ella, no solo tendremos el problema de la mujer, sino además el reflejo de cómo los gobiernos blancos se impusieron a la cultura y las tradiciones de los indígenas. Y aún más, tendremos una percepción de la naturaleza como habitad natural de las especies, incluidos los humanos, lo que nos dejará unas descripciones bellísimas de los parajes naturales de Nueva Zelanda.

Por otra parte, encontraremos a Jules, el hombre blanco neozelandés que, como tal, ha de cumplir con todos y con todo. Su ideal de vida es no defraudar a sus padres y cumplir con la comunidad que le vio crecer, Okarito. Esto, como imaginamos, supone un doble esfuerzo porque no solo tiene que ser perfecto de cara a los demás, sino que además, al vivir en un pueblo –y en ellos todo se sabe– tiene que cuidar muchísimo su vida íntima. Jules nos presentará la sociedad, la importancia de incorporarse a ella. El problema se sobreviene en las maneras de ser en sociedad.

Ambos personajes me han gustado muchísimo, si bien es verdad que tanto a uno como a otro los he odiado en algún momento. En este aspecto recomiendo la novela cien por cien.

Lo que queremos: Dunedin

Sin embargo, la historia no va a parar en una mera descripción, sino que ahondará en las consecuencias que tiene el seguir estos estilos de vida. Aunque son pareja, pronto podemos ver que lo rutinario de sus vidas los separa capa vez más, hasta el punto de que, cuando aparece un elemento discordante en esa rutina, Adler Fuchs, e incluso el amigo de la pareja, Connor Bowers, se desencadena un cataclismo que les hará reaccionar.

La perfección y la pérdida de identidad se mezclan en ambos personajes para explotar en cada uno de una manera diferente. Sus anhelos se han visto truncados por la rutina y la monotonía, por lo impuesto. Para Haere, fotografiar las estrellas será su vía de escape, para Jules, que todo siga igual. ¿Qué es mejor, la huída o la indiferencia?


Como contraposición encontraremos a los personajes de Adler y Connor. Ambos con una perspectiva vital bastante clara y sincera, aunque las consecuencias puedan ser complicadas para ellos. Uno es un investigador que está haciendo su tesis sobre los kiwis de Nueva Zelanda, el otro es el compañero de trabajo de Haere y ex-mejor amigo de Jules. Su iniciativa vital será la que impulse a nuestros protagonistas. El final… bueno habrá que leerlo.
Un mundo de águilas

Lo único que puedo añadir más es que el libro me ha encantado. Creo que el autor a través de un lenguaje sencillo, o más bien sincero, ha conseguido transmitir los sentimientos de todos los personajes. No solo tendremos a los que he nombrado, sino que se nos conformará la identidad del pueblo, como habréis podido adivinar, una entidad importante dentro de la novela, a través de sus habitantes. Las circunstancias vitales de Hare y Jules nos llegan tan nítidas que es difícil no sentirlas como propias: las ansias de libertad, de encontrar nuestro sitio en el mundo, de no defraudar a nadie.

En definitiva, una novela tranquila y apasionada donde el lector se ve transportado a las tierras de Nueva Zelanda en el vuelo de un pájaro para, en ellas, sentir la libertad de observarse a sí mismo y confesar sus necesidades más ocultas. Lo llaman el síndrome del Kiwi.

Enlace: https://ellibroenelbolsillo...
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