El síndrome kiwi

Empecé este libro con muchas ganas, ya que las críticas eran muy buenas. Una novela en la que habría misterio y un crimen, y lo cierto es que no he encontrado nada de lo que buscaba.

El hecho de haberla leído rápido es más por querer terminarla, leyendo algunos fragmentos casi sin enterarme, que por haberme enganchado.

La historia es un conjunto de personajes que el autor nos presenta, mezclando narraciones en primera y tercera persona, a ver si así conocemos mejor a unos personajes en los que en realidad no profundiza.
Solo conocemos un poco mejor a los protagonistas: Jules, Haere y Connor.

Las relaciones y conversaciones entre los personajes son muy banales, las que pretenden ser profundas e importantes se desarrollan demasiado deprisa y los puntos de la trama que pretenden crear misterio, resultan innecesarios: ya sabemos lo que oculta el protagonista, y el hecho "gordo" que le avergüenza es en realidad algo pequeño a lo que dan demasiada importancia.

No he podido empatizar con los personajes, no me he sentido atrapada por la historia y lo que más me ha gustado de la novela son las imágenes de Nueva Zelanda con las explicaciones que el autor nos brinda al inicio de cada capítulo.

El tema de la homosexualidad reprimida por algunos personajes no llega a tratarse con la profundidad que merece, ya que es un problema que afecta a muchas personas, en una sociedad que aún no acepta todos los tipos de amor y de personas. Es algo serio y delicado.

Por último, el tema del misterio, el accidente, las víctimas... Se podría haber profundizado mucho más en lo que sucedió con Haere, pero queda todo un poco en el aire.

Ojalá me hubiera gustado la historia, pero no he logrado conectar. Lamento mucho no poder estar de acuerdo con otros lectores.