El juglar del Cid

Nos encontramos con dos personajes, Don Rodrigo y un juglar. Un juglar, de nombre Hamete Benengeli que conoció a Rodrigo Díaz de Vivar y a partir del cual narra una serie de venturas y desventuras que elevan al personaje a un terreno mítico. Así crea un héroe literario, un héroe viajero cuyas andanzas sirven a su relator para aunar espacios en un momento en que las tierras estaban pobladas por gentes de tres religiones en una convivencia hasta cierto punto razonable. Un poeta mitad árabe, mitad judío, cantando y divulgando la tragedia de un cristiano en un viaje por las culturas.La pieza tiene una estructura semejante al Cantar de Mío Cid y está dividida en tres cantares: El destierro, Las bodas de las hijas del Cid y La afrenta de Corpes. En ella se combina la épica, la lírica y el drama con el fin de hacerse eco de una gesta medieval, interactuando con el público, empleando músicas con reminiscencias del medievo, con un ambiente medieval y con algunas claras alusiones a la época moderna, porque el juglar extiende su discurso y nos cuenta también a su antojo la historia que le siguió al Cid y que llega a nuestros días con el correspondiente desfile de reyes y reinas, validos y políticos, unificando y separando reinos y territorios. Siempre con el referente de un héroe nacional. Y es que El juglar del Cid es el músico, el poeta, el actor, el saltimbanqui que canta y cuenta las gestas de Rodrigo Díaz allí donde le prestan atención, difunde sus hazañas de pueblo en pueblo, de camino en camino de manera divertida y amena, pero también mordaz. Es este un espectáculo concebido para conmemorar la publicación del Cantar de Mio Cid y que pretende repasar la historia de España a partir de una realidad lejana en el tiempo, pero con ciertas similitudes actuales, como es la convivencia de todo tipo de culturas y credos.