Pactos

Después de su brillante debut literario con Por hacer a tu muerte compañía, Albert Villanueva se pasa al género policiaco con la primera entrega de lo que parece será una interesante saga: Pactos (2022), el primer caso del inspector Pruna.

La novela empieza con mucha acción, un aperitivo de lo que nos espera a lo largo de la obra. Pruna, inmerso en la persecución de un hombre que acaba de asesinar a su mujer y se esconde en la montaña, ignora las llamadas que está recibiendo en su teléfono móvil. Número desconocido. En realidad, proceden de la residencia de ancianos de Gavá en la que se encuentra ingresada su madre, Josefa. Llamadas para comunicarle su repentino fallecimiento.

Así es como Pruna, roto de dolor, regresa a Gavá, escenario de su infancia y su juventud. Una vez allí, la lógica pena de la pérdida de su madre, aquejada de Alzheimer desde hace años, se transforma en rabia y desconcierto al descubrir una extraña marca roja en su cuello. La propia doctora del centro admite que aquello no es normal. Después, las comprobaciones que se realizan en el cadáver arrojan un resultado terrible: su madre ha sido asesinada.

Sin ánimo de desvelar la trama de esta trepidante novela, adelanto solamente que en la residencia hay muchas cosas que no son lo que parecen. Para resolver el rompecabezas y dar con el asesino, Pruna deberá rebuscar en su propio pasado, el de su familia y el de su ciudad natal.

El personaje en torno al cual gira toda la novela es el inspector Miquel Pruna. No tanto en su papel de sabueso que resuelve los enigmas, como otros detectives al uso, sino como sujeto activo de la trama. La resolución del crimen implica embarcarse en un viaje a sus propios orígenes, indagar en un pasado al que el inspector no está seguro de querer volver.

Así, nos encontramos con un protagonista sometido a una doble presión: por una parte, la que le impone su propia profesión y la misión de esclarecer el crimen; por otra, la presión añadida de tener que lidiar con su propio dolor y revivir ciertos recuerdos. Esto obliga al lector a empatizar con Pruna, así como a compartir sus reflexiones, como por ejemplo decidir cuál es la forma correcta de afrontar la propia memoria, el eterno dilema entre la necesidad de olvidar y el deber de recordar.

Que Albert Villanueva era un narrador solvente ya lo habíamos podido comprobar en la novela anterior, su opera prima. En Pactos el suspense, el ritmo y la intensidad narrativa no decaen, en parte gracias al buen uso de los diálogos (algo que nunca es fácil de conseguir). Se intuye también un notable trabajo de documentación para construir el escenario espacio-temporal de la novela, desde la catastrófica riada de Gavá de 1962 hasta muchos otros detalles. Resulta evidente que el autor conoce el terreno que pisa y que, probablemente, muchos aspectos de su obra están inspirados en experiencias personales.

En Pactos, Villanueva se revela además como un escritor sensible, capaz de abordar con sutileza la complejidad de algunos conceptos humanos cuyas fronteras muchas veces se difuminan: la amistad y la lealtad, el olvido y el perdón, la justicia y la venganza…

Todo en suma hace de eta novela una lectura entretenida, llena de intriga y dotada de una buena carga de emotividad. Y para la cual hay continuación. Muy recomendable.
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